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199711
Noviembre 1997
Isias 11:1-9En un período en el que los reyes de Israel decepcionaban las expectativas puestas en ellos, el profeta Isaías toma en su fe la esperanza de un nuevo comienzo. Dios va a poner en el trono un hijo de David que reinará segùn el deseo de su corazón. Este rey no encontrará en sí mismo la sabiduría y la fuerza necesaria, sino que las recibirá directamente de Dios. El fundamento de su acción será "el temor del Señor", que aquí quiere decir la conciencia de que Dios es la fuente de su actividad, que todo es don.
Animado por el soplo del Señor, el nuevo rey será capaz de "juzgar", esto es, de aportar la justicia en la sociedad, ante todo ocupándose de los más necesitados. Realizará esta tarea ùnicamente con la fuerza de su palabra. Después, toda la creación será pacificada, reconciliada: incluso la serpiente perderá su poder de hacer daño. El pasaje se termina con una nota "ecológica", una visión de toda la creación pacificada en el paraíso, tal y como había salido de las manos de Dios.
Puesto que en la Biblia el rey es la figura del ser humano por excelencia, todo transcurre aquí como si el rey ideal restableciera y llevara a su plenitud la vocación de Adán (Gn 2-3). En lugar de arrancar el fruto de la sabiduría, lo recibe como un don. Así este conocimiento fructifica y llega a ser fuente de reconciliación; permite al conjunto de la creación encontrar su harmonía original, deseada por Dios desde siempre.
"¿Quiénes son los "débiles" y los "humildes" a mi alrededor (v.4)? ¿Cómo ayudarles?
¿Qué nos permite ser una fuente de paz para los que están a nuestro lado?
¿Cuáles son los signos de la presencia del Espíritu de Dios en nuestra existencia?
Taizé
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